En la vida, como en el fútbol, no todos están en las buenas y malas. Un jugador que ha levantado la mano para continuar pese a la tempestad es Rodolfo Zelaya. Renovó la semana pasada por un año más con Alianza.
Esta noticia fue como bálsamo para el conjunto albo que la ha pasado mal en el último mes: tragedia en el Cuscatlán, reembolso de boletos, sanción económica y deportiva para jugar por un año a puerta cerrada, directivos afrontando la justicia.
El goleador histórico albo no se rajó, aunque pudo fácilmente buscar un nuevo horizonte. Desde que arribó al club en 2008, procedente del extinto Club Deportivo Chalatenango, nunca más ha vuelto a vestir la camiseta de otro equipo salvadoreño que no sea Alianza y cuando emigró como legionario su regreso al conjunto capitalino siempre fue su prioridad.
El pasado 9 de junio Alianza anunció su renovación por un año más y el jugador respondió con un mensaje contundente “ningún albo de verdad abandona su club”.
La próxima temporada 2023/2024 será un gran desafío para Alianza. Se asemeja mucho a aquella crisis que vivió la institución en 2005-2006 cuando tuvo el castigo de no poder fichar. En ese contexto, jugar en Alianza era significado de compromiso y amor propio.
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