La reciente convocatoria de Brasil para las eliminatorias de octubre ha dado de que hablar debido a la ausencia de nombres que históricamente han marcado la diferencia en el equipo. Uno de los temas más comentados ha sido la falta de “magia” que solía caracterizar a la selección brasileña, siendo la ausencia de Neymar una de las más notorias. Con su exclusión, Brasil pierde a uno de los últimos jugadores capaces de brindar ese toque de creatividad que tanto les distinguía en el pasado.
En esta convocatoria, las grandes figuras se reducen a jóvenes promesas como Vinicius Jr., Rodrygo, y el talento emergente de Endrick, con la velocidad de Raphinna, y con la solidez defensiva de Éder Militão. Sin embargo, a pesar de su calidad individual, el equipo en su conjunto ha sido criticado por su bajo rendimiento en las últimas competiciones, lo que ha generado dudas sobre su capacidad para dominar en la región como lo hacía en otras épocas.
A medida que Brasil se prepara para enfrentar a sus rivales en esta ventana de eliminatorias, la presión aumenta sobre el cuerpo técnico y los jugadores. Muchos esperan que esta nueva generación de futbolistas recupere la esencia que hizo de la selección brasileña un sinónimo de temor y respeto en el fútbol mundial. Sin embargo, la falta de grandes estrellas y la inconsistencia en su desempeño reciente han dejado a la afición preocupada por el futuro del equipo.