El fútbol es un deporte muy especial, mueve emociones, marca identidad. Los logros o fracasos de los equipos son también propios de esos aficionados que adoptan un cariño que no tiene explicación. Esos son los incondicionales que deciden estar en las buenas y malas. Y cuando la luz se apaga en su vida, su mejor tributo es ser recordado como un gran aficionado.

Pedro Reyes Álvarez fue un aficionado de CD FAS desde los años 70.

Este artículo está dedicado en memoria del señor Pablo Reyes Álvarez, quien a sus 68 años, falleció el pasado 20 de agosto y fue sepultado en el George Washington Cementery en Maryland, Estados Unidos. Sobre su ataúd se colgó la bandera de Club Deportivo FAS, el equipo de sus amores y con el que tuvo una conexión a finales de la década de los setenta cuando el cuadro asociado marcó su mejor época deportiva, trascendiendo internacionalmente con el título de la Copa de Campeones y Subcampeones de la CONCACAF y disputando la serie contra Olimpia de Paraguay por la Copa Iberoamericana.

Los jugadores que se ganaron su admiración por la entrega que mostraron vistiendo la camiseta de FAS fueron Jorge “Mágico” González, Roberto “El Avión” Casadei, Dionel Fulgencio Bordón, Tito Díaz, Miguel “Gallo” Mariano, Alejandro Bentos, Williams Reyes y Víctor Mafla.

Su última alegría fue el título 18 de FAS en 2021, porque hubo una espera de 12 años para que los tigrillos dieran nuevamente la vuelta olímpica al estadio. Su hijo mayor Herik Reyes cuenta “Después de tanto sufrir con FAS que tuvo una larga espera para salir nuevamente campeón en El Salvador, mi papá celebró mucho porque fue algo milagroso gracias a la actuación del portero Kevin Carabantes en la tanda de los penales. Sabía que no le quedaba mucho tiempo a mi papá y me alegré verlo feliz porque siempre apoyó a FAS desde los años 70”, indicó.

Don Pablo Reyes nació en el Municipio de San Alejo, La Unión, el 30 de junio de 1954. Pero fue en su juventud que se identificó con Club Deportivo FAS. Comenzó a seguir sus partidos por radio y televisión. Y, aunque en 1984, decide viajar a Estados Unidos nunca olvidó sus raíces. Sintonizaba Radio América de Nueva York los partidos de la Liga salvadoreña y veía cortos resúmenes en las cadenas de Univisión y Telemundo.

Volvió al país en 1993 para luego retirarse de forma permanente en 2002 nuevamente hacia territorio estadounidense. En este período donde estuvo en su tierra natal logró ir a los estadios, acompañando a su querido “fasito”.

“Desde el 2002 que se vino del todo para Estados Unidos hasta que falleció el sábado 20 de agosto, mi padre no pudo regresar a El Salvador. No tenía redes sociales pero siempre estaba pendiente de FAS. Nunca olvidaré cuando el miércoles antepasado cuando mi padre entró en etapa de agonía, me preguntó cuándo se reiniciaría el fútbol y después ya no pudo expresarse. Incluso antes de eso cuando lo llevé al hospital, FAS había jugado un amistoso contra Dragón, y quería saber cómo había quedado”, añadió su hijo Herik Reyes.

La familia de FAS se acordó de él

Era la voluntad del señor Pablo ser enterrado con la bandera de FAS y su familia tuvo el detalle de que así ocurriera. Con presencia de amigos y familiares, la bandera de los tigrillos fue colocada sobre el ataúd.

En la ceremonia del entierro, una bandera de FAS fue colocada en su ataúd.

La noticia trascendió con la directiva de FAS y fue por ese motivo que el día 22 de agosto, en la fanpage oficial se publicó una esquela en memoria de este notable aficionado.

FAS, en su cuenta de Facebook, publicó una esquela en memoria de Pablo Reyes.

Un deseo que no pudo cumplir fue agradecerle en persona a Kevin Carabantes, portero de FAS, la hazaña por el título 18. Sin embargo, el jugador tigrillo se contactó con Herik Reyes y le envió un vídeo con palabras de condolencias y prometió firmarle la camiseta junto a otros compañeros de equipo y enviársela pronto porque esa habría sido también el deseo de don Pablo.

Otros jugadores que se han comunicado con la familia Reyes son Ibsen Castro, Rudy Clavel y Kevin Reyes.

Pablo Reyes Álvarez deja un legado, sin duda, de cómo un aficionado se entrega de corazón con su equipo y no lo abandona ni hasta en sus peores rachas. Quedan los recuerdos como un buen esposo para su pareja en vida, Concepción Zelaya de Reyes; y como un buen padre de Herik Reyes – quien heredó su amor por FAS- así como de Walter Reyes – un aficionado de Águila por influencia de sus abuelos-.

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